Wall Street años 90: tres zapatos business con tacón cubano para romper el dress code

El año pasado, os presenté una primera colaboración con Fratelli Mocchia di Coggiola, esta casa de sastrería italo-parisina que me sedujo por su capacidad para manejar los códigos de la elegancia masculina con tanto rigor como humor. Quizás recordéis esos mocasines con borlas y esos botines balmoral, ambos con un tacón cubano ligeramente elevado que nos permitió jugar con las proporciones sin caer en la caricatura.

Esta nueva colección, bautizada como The Businessman, prolonga esta seña de identidad inscribiéndola en un universo muy particular: el de las finanzas americanas de los años 90, con el toque de ironía necesario para no tomarse demasiado en serio. Hemos trabajado en tres modelos esenciales del vestuario de negocios: unos zapatos Oxford negros con puntera recta, unos penny loafers negros y, mis favoritos, unos mocasines de estribo en cuero granulado burdeos.

I. WALL STREET, SMOG Y TACÓN CUBANO

Fratelli Mocchia di Coggiola ha construido en torno a esta colección un universo narrativo bastante disfrutable: el de Wall Street con su decorado de acero, cristal y smog. Nos cruzamos con Luke Stark, un hombre de negocios infatigable y hecho a sí mismo, su ambicioso secretario Raph que sueña con destronarlo, y el misterioso Mr. World, esa figura escurridiza de las finanzas internacionales.

Así, esta puesta en escena un tanto peculiar refleja perfectamente el espíritu de estos zapatos: son perfectamente serios en su construcción y acabados, pero poseen ese extra de alma que los distingue de los modelos de negocios convencionales. Es precisamente este equilibrio lo que me interesa: estar lo suficientemente dentro de los códigos para no desentonar nunca en un contexto profesional, conservando al mismo tiempo esa pequeña audacia discreta que indica que uno conoce el tema.

II. EL PENNY LOAFER NEGRO: DE LOS FIORDOS NORUEGOS A WALL STREET

El primer modelo es un penny loafer de box calf negro extremadamente clásico, típico del entorno empresarial americano. Casi podría pasar por austero si no le hubiéramos integrado este tacón cubano de 3,8 cm, que se convierte aquí en una originalidad lo suficientemente discreta como para seguir siendo profesional, y lo suficientemente marcada como para atraer la mirada de los entendidos.

La historia de este zapato merece ser contada, ya que ilustra perfectamente cómo un modelo artesanal noruego se convierte en el uniforme de Wall Street, pasando por los campus de la Ivy League. Es toda la historia de la elegancia americana la que se juega en este zapato.

Cuando los zapateros noruegos se encontraron con los mocasines iroqueses

Todo comienza mucho antes de los años 30, en el pueblo noruego de Aurland. Allí, el zapatero Nils Tveranger desarrolla desde 1908 un mocasín sin cordones que fusiona inteligentemente los zapatos tradicionales de los pescadores escandinavos con la puntera de mocasín cosida que había observado en los iroqueses durante su aprendizaje en América del Norte. Este inesperado encuentro entre el saber hacer nórdico y la técnica amerindia da lugar a un modelo verdaderamente revolucionario.

La transformación en un icono americano se produce en 1936, cuando G.H. Bass adopta el concepto y crea su “Weejun”, una contracción lúdica de “Norwegian”. La innovación de Bass reside en la adición de una tira de cuero con ese característico corte en forma de diamante en el empeine, que se convertirá en la famosa “ranura para el penique”, así como una costura “beefroll” en los lados para asegurar el soporte estructural.

Yale, la negligencia estudiada y una moneda de un centavo

El apodo “penny loafer” surge en los años 50, cuando los estudiantes de la Ivy League comenzaron a meter una moneda en la ranura en forma de diamante. Ya en 1940, Yale afirmaba que el zapato “había conquistado la universidad”. Así, la cultura universitaria de la época favorecía esa famosa “negligencia estudiada” y esa “despreocupación cuidada” que definen el estilo preppy: el penny loafer respondía perfectamente a esta aspiración, siendo lo suficientemente informal para el espíritu universitario pero conservando una elegancia apropiada.

En los años 80, el modelo se convirtió casi en un uniforme en Wall Street. Los penny loafers negros se consideraban entonces perfectamente apropiados para los negocios en Estados Unidos, ampliamente aceptados en el ámbito business casual e incluso con trajes en muchas industrias. El aumento de la seguridad en aeropuertos y edificios también jugó un papel: el diseño sin cordones significaba que no había retrasos para pasar los controles, y para los corredores de bolsa, el tiempo es dinero.

Nuestra versión: box calf italiano y tacón cubano

La versión que proponemos se mantiene fiel a esta herencia americana, beneficiándose al mismo tiempo del saber hacer español que caracteriza la producción de Fratelli Mocchia di Coggiola. El cuero negro liso ofrece un acabado cuidado y profesional, mientras que la tira conserva su característico corte en forma de diamante. El interior de cuero suave garantiza un confort óptimo, incluso durante largas jornadas en la oficina.

El tacón cubano confiere al modelo su personalidad distintiva. Esta elevación moderada mejora la postura y alarga la silueta sin caer nunca en la ostentación. El cuero proviene de la curtiduría italiana Conceria Nuova Antilope, en activo desde 1958, que produce un box calf reconocible por su curtido al cromo y su canto característico de color gris azulado.

El penny loafer se sitúa en una zona interesante del espectro formal: menos formal que un zapato Oxford con cordones, pero más arreglado que un mocasín clásico, especialmente en su versión negra. Esta versatilidad lo convierte en un modelo particularmente valioso en un vestuario masculino contemporáneo donde los códigos se han relajado sin por ello desaparecer.

En Wall Street, el penny loafer negro sería llevado por el CEO o el vicepresidente seguro de sí mismo, aquel que ya ha demostrado su valía y que negocia entre bastidores los acuerdos más estratégicos.

Del rebelde al presidente: James Dean, Elvis y JFK

James Dean encarna perfectamente el penny loafer en “Rebelde sin causa” y “Al este del Edén” en 1955, creando esa imagen de sofisticación juvenil mezclada con rebeldía que se volvería emblemática. Elvis Presley lo convierte en un elemento esencial de sus actuaciones, mientras que Michael Jackson los inmortaliza definitivamente con sus famosos calcetines blancos para ejecutar el moonwalk en “Billie Jean”.

Más allá del escenario musical, John F. Kennedy demuestra que el penny loafer puede ser verdaderamente elegante al llevarlo tanto con trajes como con atuendos informales. Miles Davis los usa durante las sesiones de grabación, confirmando su absoluta versatilidad.

Cómo llevar el penny loafer con un traje gris

El penny loafer negro es una elección particularmente acertada con este traje de tres piezas gris claro que se ve en estas fotos. Esta combinación equilibra brillantemente la ambición profesional y una relajación comedida: el mocasín aligera el rigor del traje completo manteniendo una elegancia afirmada.

La generosa abertura del pantalón (de unos 20-21 cm, visible aquí) es determinante para el éxito de esta combinación. Este quiebre pronunciado sobre el empeine evita que el mocasín parezca demasiado expuesto y mantiene el equilibrio formal del conjunto. Con un pantalón más ajustado, el penny loafer podría desequilibrar la silueta al parecer demasiado macizo.

Con un gris tan claro, el cuero negro se impone como una evidencia y mantiene el anclaje formal necesario. Un penny loafer marrón, incluso oscuro, introduciría una nota demasiado informal que debilitaría la autoridad del conjunto. El negro se beneficia de la relajación estructural del mocasín sin cordones, preservando al mismo tiempo la sofisticación requerida para un contexto profesional.

La camisa blanca de popelina o de oxford ligero es la opción más segura. La corbata de rayas burdeos que se ve aquí funciona a la perfección: aporta un color comedido sin excentricidad. El chaleco de tres piezas compensa inteligentemente la informalidad introducida por el mocasín y refuerza el carácter acabado del atuendo.

El penny loafer está disponible aquí a 290€ en lugar de 390€

III. El mocasín de estribo en cuero granulado burdeos: cuando Florencia desembarca en Wall Street

El segundo modelo es un mocasín de estribo en cuero granulado burdeos, una pieza emblemática que encarna el encuentro entre la artesanía florentina y la elegancia internacional. Es el par más ostentoso de esta colección, pero también mi preferido: asume plenamente su estatus sin dejar de ser perfectamente ponible en un contexto profesional si se lleva con discernimiento.

1953: Aldo Gucci inventa el loafer italiano

La historia de este zapato comienza precisamente en 1953, año en que Aldo Gucci abre la primera tienda de la casa fuera de Italia, en el vestíbulo del Hotel Savoy-Plaza en Manhattan. Durante una visita anterior a Nueva York, Aldo había notado la fuerte preferencia de los hombres estadounidenses por los loafers slip-on informales, en particular los Bass Weejuns populares entre los estudiantes preppy.

En consecuencia, Aldo se propuso crear una versión italiana más elegante y sofisticada que atrajera a la clientela estadounidense manteniendo al mismo tiempo el refinamiento europeo. El detalle del estribo –ese adorno metálico miniaturizado compuesto por un doble anillo unido por una barra, inspirado en el bocado de brida utilizado en los arneses de los caballos– se añadió en homenaje a la fascinación de su padre Guccio por la equitación.

Esta referencia ecuestre está profundamente arraigada en el ADN de Gucci. Guccio Gucci había trabajado como botones en el Hotel Savoy de Londres después de la Primera Guerra Mundial, donde observó a los aristócratas británicos adinerados y su estilo de vida centrado en el polo y la equitación. Cuando fundó su empresa en Florencia en 1921, se especializó naturalmente en artículos de cuero de alta calidad y accesorios ecuestres. El motivo del estribo ya había aparecido en los bolsos de Gucci a principios de los años 50 antes de ser incorporado a los zapatos.

La elección estratégica del cuero negro en lugar del marrón fue determinante: el negro no era típico de los loafers de la época, pero los hacía inmediatamente más formales. El detalle metálico del estribo añadía, por su parte, una sofisticación elegante que elevaba el loafer americano informal a algo asociado con el refinamiento y el estatus europeos.

De la jet set al MoMA: consagración de un icono

El éxito es instantáneo entre la aristocracia italiana y la jet set internacional. Sophia Loren, Gianni Agnelli (el industrial italiano e icono estilístico más importante del país), Cary Grant, Fred Astaire o Jacqueline Kennedy Onassis adoptan rápidamente el modelo. En los años 70, los empresarios de Wall Street los adoptan en masa, lo que les vale el evocador apodo de “deal sleds” (trineos de negocios).

Las cifras hablan por sí solas: ya en 1969, Gucci vendía 84.000 pares al año solo en Estados Unidos. El reconocimiento supremo llega en 1985, cuando el Museo de Arte Moderno de Nueva York integra el mocasín de estribo en su colección permanente, siendo el único zapato que goza de este honor, testimonio de su estatus como objeto de diseño icónico más allá de su función de vestimenta.

De la dolce vita a DiCaprio: un recorrido cinematográfico

El mocasín de estribo ha tenido una impresionante carrera cinematográfica. Audrey Hepburn baila con elegancia con un par en una escena icónica de “Una cara con ángel” (1957). Sophia Loren los lleva en “La moglie del prete” (1970), encarnando la elegancia italiana.

Por el lado masculino, Dustin Hoffman los lleva en “Kramer contra Kramer” (1979), Matt Damon en “El talento de Mr. Ripley” (1999) –una película citada a menudo por su influencia en el vestuario masculino de verano–, Brad Pitt en “El club de la lucha” (1999) y Leonardo DiCaprio en “El lobo de Wall Street” (2013), donde incluso se ve a Jonah Hill sosteniendo un par de loafers Gucci.

Más recientemente, el mocasín Gucci aparece en “Quantum of Solace” (2008), llevado por el villano Dominic Greene, y en “Frost/Nixon” (2008) con Michael Sheen, donde el zapato simboliza un momento crucial en la vida de un expresidente.

Nuestra apuesta: burdeos granulado y estribos dorados

Nuestra elección del cuero granulado burdeos constituye una apuesta decidida. Mientras que la versión negra clásica encarna la formalidad y la contención, el burdeos aporta un bienvenido toque de personalidad a un vestuario de negocios a menudo demasiado monocromático. El cuero granulado también proviene de Conceria Nuova Antilope: su textura se obtiene mediante un proceso mecánico en el que el cuero se prensa bajo diferentes moldes para crear granos pronunciados.

El estribo de metal dorado conserva su forma original: este doble anillo unido por una barra sigue siendo inmediatamente reconocible. Es un adorno que funciona porque cuenta una historia, la de la herencia ecuestre florentina, sin dejar de ser lo suficientemente discreto como para no caer en la ostentación.

El interior de cuero suave garantiza un confort óptimo incluso durante jornadas ajetreadas. La construcción Goodyear welt asegura una solidez a toda prueba y la posibilidad de resolar el zapato, prolongando considerablemente su vida útil.

Cómo evitar el escollo de la vulgaridad

Nacido en los talleres de Gucci a mediados del siglo XX, este zapato muestra sin tapujos su estatus a través de esa famosa hebilla metálica dorada que adorna el empeine. Sin embargo, cuando se lleva con discernimiento como en estas imágenes, logra evitar el escollo de la vulgaridad para encarnar una elegancia afirmada.

Es precisamente la sobriedad del traje de raya diplomática gris antracita lo que permite que el mocasín burdeos se exprese sin caer en el exceso. Las rayas finas y juntas, perfectamente verticales, anclan el atuendo en un registro profesional riguroso. El abrigo camel templa aún más la audacia del zapato: este color neutro y atemporal actúa como un regulador, un contrapeso que impide que el conjunto caiga en la demostración gratuita.

El burdeos del mocasín dialoga inteligentemente con los tonos cálidos del abrigo, creando al mismo tiempo un contraste suficiente con el gris frío del traje. Esta armonía cromática demuestra una reflexión madura: no se han puesto simplemente unos zapatos llamativos, se ha construido una paleta coherente.

Los calcetines de rayas azules y blancas, visibles fugazmente, confirman este enfoque asumido del vestuario. En lugar de intentar atenuar el impacto del mocasín de estribo con accesorios discretos, se sigue afirmando la personalidad con pequeños toques comedidos. El maletín de cuero coñac prolonga esta lógica: cada elemento del atuendo tiene su propio carácter, participando al mismo tiempo en un conjunto notablemente equilibrado.

Este atuendo es adecuado para el empresario consumado, el directivo de una empresa creativa o el consultor sénior que ya no necesita demostrar su legitimidad y puede permitirse mostrar una personalidad marcada. El mocasín de estribo indica una cierta seguridad financiera y un profundo conocimiento de los códigos de vestimenta: se sabe exactamente hasta dónde se puede llegar sin cruzar la línea.

El mocasín de estribo burdeos requiere un poco más de seguridad, pero ofrece posibilidades interesantes. El color burdeos combina particularmente bien con los tonos de gris y azul marino. Lo vería de buen grado con un traje de franela gris o un blazer azul marino acompañado de un pantalón de lana beige. En el universo que hemos imaginado, este modelo encajaría perfectamente con el financiero excéntrico y bon vivant, aquel que le gusta celebrar su éxito con un toque de extravagancia comedida.

Nuestro mocasín de estribo está disponible aquí a 290€ en lugar de 390€ hasta el 2 de diciembre

IV. El zapato Oxford con puntera recta: del campus de Oxford a la City de Londres

Nuestro zapato Oxford es el del analista que no cuenta las horas y que quiere ascender en el escalafón a toda velocidad: está seguro de no cometer un error de estilo, pero aun así quiere conservar una originalidad discreta con el tacón cubano.

El tercer modelo es un zapato Oxford con puntera recta de cuero negro liso, también llamado Oxford cap toe. Se trata del zapato formal por excelencia, culminación de una evolución fascinante que transforma un calzado inicialmente percibido como informal en el símbolo último de la elegancia masculina.

Cuando los estudiantes de Oxford inventaron la rebelión con los pies

La historia comienza hacia 1800 con la media bota Oxonian, que gana popularidad entre los estudiantes de la Universidad de Oxford. En 1825, estos estudiantes acortan las botas hasta la rodilla para crear la “Oxoniana”, una bota de media caña con botones, un tacón más alto que los Oxford modernos y cierre lateral. La primera mención escrita del “zapato Oxford” data de 1846.

El contexto de esta evolución es determinante: la transición se produce cuando los pantalones más largos con cortes más amplios sustituyen a los calzones ajustados de la Regencia. Los hombres ya no pueden meter los pantalones en botas altas, lo que requiere zapatos más cortos. Los estudiantes de Oxford, que buscaban la comodidad más que la formalidad, fueron los pioneros de este cambio.

Ironías de la historia: el zapato Oxonian se consideraba inicialmente informal, una elección rebelde en comparación con las botas formales que llevaban los caballeros. Algunos hombres incluso pensaban que los cordones eran “demasiado femeninos”. Así, lo que se convertirá en el zapato más formal del vestuario masculino comienza su carrera como un símbolo de rebelión estudiantil.

La adición de la puntera recta: función y refinamiento

La variación con puntera recta surge a finales del siglo XIX con un doble objetivo: la pieza de cuero adicional en la puntera sirve tanto de refuerzo (protegiendo la zona de los dedos del desgaste) como de refinamiento estético. Esta línea horizontal que cruza el empeine crea una ruptura visual que estiliza la silueta del zapato.

La puntera recta puede estar cosida lisa (más formal) o presentar perforaciones a lo largo de la costura, creando un quarter-brogue ligeramente menos formal. Es esta versión lisa la que hemos elegido, primando la sobriedad y la elegancia formal.

La consagración victoriana y el reinado en la City

En la época victoriana (1837-1901), los zapatos Oxford comienzan a ganar terreno más allá del ámbito universitario. Su apariencia refinada los hace adecuados para ocasiones formales, alineándose perfectamente con el énfasis de la época en la corrección y el decoro. Los avances de la Revolución Industrial hacen que los zapatos de calidad sean más accesibles para la floreciente clase media.

En el siglo XX, el Oxford negro con puntera recta se convierte en la norma absoluta para los servicios bancarios, jurídicos y financieros de la City de Londres. La regla de “no brown in town” convierte al Oxford negro en un estándar ineludible. Antes de 2016, el informe de la Comisión Británica sobre Movilidad Social declaraba: “Para los hombres, el uso de zapatos marrones con un traje de negocios es generalmente considerado inaceptable por y para los banqueros británicos.”

El uniforme típico pre-COVID en la City: traje azul marino, camisa blanca o azul con gemelos de plata y zapatos Oxford negros con puntera recta de fabricantes de prestigio como Crockett & Jones o Gaziano Girling. Los zapatos monk strap estaban explícitamente desaprobados. Aunque los códigos de vestimenta se han relajado desde la COVID, el Oxford negro con puntera recta sigue siendo la opción más segura y continúa reinando en las reuniones importantes con clientes.

Nuestra versión: rigor clásico y tacón cubano

La versión que proponemos respeta escrupulosamente los códigos de este modelo histórico. El cuero negro liso ofrece un acabado impecable y profesional.

La puntera recta está cosida lisa, sin ninguna perforación: hemos optado por la versión más formal posible. La línea horizontal que cruza el empeine es perfectamente recta y regular, testimonio del cuidado puesto en la fabricación. Esta aparente sencillez esconde en realidad una gran tecnicidad: obtener líneas tan nítidas y regulares requiere un saber hacer considerable.

La construcción Goodyear welt asegura una solidez excepcional. Este método de construcción, más costoso y técnico que el Blake clásico, permite resolar el zapato varias veces a lo largo de su vida, garantizando una inversión duradera. La suela de cuero se patina con el tiempo y se amolda progresivamente a la forma del pie, mejorando la comodidad con cada uso.

El interior está completamente forrado en cuero suave, sin ningún material sintético. Esta atención a los acabados invisibles distingue a los zapatos de calidad de los modelos industriales donde se ahorra en lo que el ojo no ve.

De Cary Grant a James Bond: la elegancia británica en el cine

El Oxford negro con puntera recta es el zapato de los caballeros del cine. Cary Grant establece el estándar en “Con la muerte en los talones” (1959), llevando unos Oxford cap toe de color oxblood con un traje de cuadros Glen gris, la receta perfecta que inspiraría a James Bond y Don Draper.

Pierce Brosnan y luego Daniel Craig en “Skyfall” y “Sin tiempo para morir” llevan unos Crockett & Jones Highbury, unos Oxford negros particularmente refinados. Colin Firth en “Kingsman: El servicio secreto” (2015) convierte al Oxford negro con puntera recta en un elemento esencial del uniforme de los agentes secretos. Patrick Bateman (Christian Bale) en “American Psycho” (2000) encarna el poder y la sofisticación impecable de Wall Street.

Rigor máximo y audacia discreta

El zapato Oxford negro con puntera recta constituye la cima de la jerarquía formal en el vestuario masculino. Asociado aquí a un traje de raya diplomática azul marino, encarna el arquetipo del empresario riguroso: aquel que domina los códigos, respeta las convenciones y no deja nada al azar.

Las rayas diplomáticas, particularmente finas y juntas como se observan en estas fotos, evocan inmediatamente el universo de las finanzas y la consultoría. La construcción cruzada refuerza aún más el carácter formal del conjunto: la superposición de las solapas, las solapas generosas y el abotonado alto confieren una estatura imponente que requiere naturalmente el zapato Oxford más estricto.

El abrigo de espiga gris que se lleva por encima prolonga este enfoque estructurado: nos mantenemos en un registro de negocios británico asumido, casi vintage, que recuerda a los directivos de empresa de los años 50.

A diferencia del zapato con puntera floreada, que permite una cierta flexibilidad, o del Oxford con múltiples recortes, que introduce un poco de ligereza, la puntera recta afirma una sobriedad total. Su línea depurada y rectilínea señala sin ambigüedad un posicionamiento profesional serio. Es el zapato de las transacciones importantes, de los consejos de administración y de las presentaciones estratégicas.

Es precisamente ahí donde reside el interés de este par: el tacón cubano, ligeramente elevado y curvado, aporta una nota singular sin comprometer la formalidad del conjunto. Esta fantasía técnica permanece invisible a primera vista, pero modifica sutilmente la postura y la marcha: se ganan unos centímetros, la silueta se estiliza más.

Los calcetines de rayas verdes visibles en el primer plano confirman este enfoque: se respetan escrupulosamente los códigos formales, permitiéndose al mismo tiempo detalles personales comedidos. Es la elegancia del profesional consumado que ya no necesita demostrar su legitimidad y puede permitirse estos toques de carácter.

Nuestro Oxford negro con puntera recta está disponible aquí a 290€ en lugar de 390€

V. El tacón cubano: de la caballería persa a los Beatles

Lo que une a estos tres modelos es una elección técnica particularmente acertada: todos están montados con cosido Goodyear, garantizando solidez, longevidad y la posibilidad de resolado. Una elección coherente para unos zapatos destinados a un uso profesional intensivo.

El elemento más distintivo sigue siendo, sin embargo, el tacón cubano de 3,8 cm, ligeramente inclinado hacia el interior. Este tipo de tacón tiene sus raíces en la caballería persa del siglo IX, donde aseguraba la estabilidad en los estribos. Después de haber desaparecido casi por completo del vestuario masculino a principios del siglo XX, fue reintroducido de manera espectacular en octubre de 1961 por los Beatles, que encargaron sus famosas “Beatle Boots” en Anello & Davide en Londres.

Los años 1960-1970 marcan el apogeo del tacón cubano. La “Revolución del Pavo Real” legitima el tacón masculino como una reconquista de un estilo del pasado, haciendo referencia a los tacones de Luis XIV y a la tradición del flamenco español. Figuras como David Bowie, Elton John o Prince llevan tacones cada vez más altos. Incluso los hombres de negocios adoptan tacones ligeramente más altos en los años 70.

Tras un declive en los años 1980-1990, el tacón cubano ha experimentado un resurgimiento contemporáneo desde los años 2000, especialmente gracias a Hedi Slimane en Dior Homme y luego en Saint Laurent. Así, este detalle aporta tanto comodidad como una silueta ligeramente más esbelta, sin caer en el exceso. Es precisamente esto lo que confiere a estos modelos su carácter ligeramente peculiar: lo suficientemente discreto para seguir siendo profesional, lo suficientemente marcado para distinguirse.

La producción se confía a talleres portugueses reconocidos por su experiencia en la fabricación de zapatos atemporales.

VI. ELEGIR TU TALLA

Para ser lo más claro posible: tallan grande. Yo personalmente cojo una talla menos de la habitual: mientras que uso un 41.5 en Crockett & Jones o 7è Largeur, aquí he cogido un 40.5.

Tómate, no obstante, el tiempo de hacer las siguientes mediciones, te llevará 5 minutos y evitará el 90% de los errores.

Largo:

  • Comienza por poner una hoja de papel en el suelo. Colócate encima llevando los calcetines que piensas usar con tus futuros zapatos.
  • Con la ayuda de un lápiz, dibuja el contorno de tu pie manteniendo el lápiz bien perpendicular.
  • Una vez realizado el contorno, traza dos marcas horizontales: una a nivel del talón y otra en el extremo de los dedos. La distancia entre estos dos puntos te dará el largo exacto de tu pie.

Ancho:

Para obtener una medida precisa, localiza primero la parte más ancha de tu pie: generalmente se encuentra a nivel de las articulaciones metatarsofalángicas. A continuación, enrolla tu cinta métrica alrededor del pie a este nivel preciso, asegurándote de que esté bien horizontal y ni demasiado apretada ni demasiado suelta.

Talla38.038.539.039.540.040.541.041.542.0
Largo (mm)238.4241.7245.0248.4251.7255.0258.3261.7265.0
Ancho D (estándar)232.0234.3236.5238.8241.0243.3245.5247.8250.0
Ancho E (ancho)241.0243.3245.5247.8250.0252.3254.5256.8259.0
Ancho EE (muy ancho)245.5247.8250.0252.3254.5256.8259.0261.3263.5
Talla42.543.043.544.044.545.045.546.046.5
Largo (mm)268.3271.7275.0278.3281.7285.0288.3291.6295.0
Ancho D (estándar)252.3254.5256.8259.0261.3263.5265.8268.0270.3
Ancho E (ancho)261.3263.5265.8268.0270.3272.5274.8277.0279.3
Ancho EE (muy ancho)265.8268.0270.3272.5274.8277.0279.3281.5283.8
Talla47.047.548.048.549.049.550.0
Largo (mm)298.3301.6305.0308.3311.6315.0318.3
Ancho D (estándar)272.5274.8277.0279.3281.5283.8286.0
Ancho E (ancho)281.5283.8286.0288.3290.5292.8295.0
Ancho EE (muy ancho)286.0288.3290.5292.8295.0297.3299.5

CONCLUSIÓN

Esta colaboración propone tres modelos esenciales del vestuario de negocios, ejecutados con esmero y dotados de un carácter muy particular gracias a este tacón cubano inspirado en los años 1950-1970. Estos zapatos no son meros accesorios: llevan consigo décadas de historia, desde los campus de la Ivy League hasta las oficinas de Wall Street, desde las pasarelas milanesas hasta las pantallas de cine.

En resumen, estos modelos se dirigen a quienes buscan zapatos sólidos y cómodos, pero que también aprecian ese toque extra de originalidad discreta que marca la diferencia. Un guiño a la historia de la moda masculina, sin dejar de ser resueltamente contemporáneos. La entrega está prevista para finales de enero de 2026 en el marco de un pedido agrupado.

Valery

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